LA MEMORIA DEL DOMINIO SOBRE EL MAR EN EL PUENTE SAN BIASIO DELLE CATENE
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En el extremo de la Riva degli Schiavoni, con vistas al Arsenale y al plateado Bacino San Marcos, el aire huele a sal y el rumor del agua guarda ecos de cadenas, barcos y gloria. Estamos en el Puente San Biasio delle Catene.
Este puente cruza el Rio dell'Arsenale, uno de los accesos al complejo del Arsenale y al Río por donde salían históricamente los navíos de la antigua república marinera.
Su contexto lo coloca en uno de los rincones más representativos del vínculo entre Venecia y su mar: no sólo para ver, sino para sentir esa conexión entre arquitectura, agua y memoria. A un lado el Arsenale al otro lado el mar, el llamado Bacino de San Marcos, a la derecha la Riva degli Schiavoni donde todavía asoma a lo lejos el Campanile de San Marcos, a la izquierda el Museo Naval y la iglesia de San Biagio.


Simbólicamente, su nombre “delle Catene” evoca la antigua vigilancia, control marítimo y soberanía de la agua sobre la ciudad. Las cadenas podían servir para cerrar el paso de barcos (antiguamente parece que se abría para dejarles paso), o para marcar límites de acceso prohibido. Aparece representado con estas cadenas en la obra de G. Matteo Alberti, que describe la regata y otras celebraciones que tuvieron lugar en Venecia durante el reinado de Ernesto, duque de Brunswick, libro publicado en Venecia en 1686.


UN UMBRAL ENTRE LA CIUDAD Y EL MAR
Durante los días de esplendor de la Serenissima, este paso era mucho más que una simple conexión entre calles: era el umbral hacia el Arsenal, el corazón palpitante de la potencia marítima veneciana. Detrás de sus muros, resonaban los golpes de los carpinteros navales, el tintineo del metal, el crujir de las cuadernas, y el murmullo de las plegarias antes de botar una nueva galera (Aquí llegó a fabricarse ¡una galera al día!).
Desde este punto salían los barcos que dominaron el Adriático, las flotas que hicieron temblar a otomanos y genoveses, y las naves mercantes que trajeron seda y especias.
Se cuenta que en el siglo XVIII un puente anterior, de madera, se desplomó durante una festividad, causando la muerte de varios vecinos. Aquel suceso marcó el destino del lugar, y cuando se levantó el nuevo puente, se hizo con piedra, como un voto silencioso a la permanencia.
Y antes de que fuera de madera, la zona no era como hoy, un paseo transitable, sino una zona de amarre y reparación de barcos como podemos ver en el mapa de Barbari (1499).


PROAS DE BARCO Y CARNEROS
Con el espectáculo de luz y agua, pocos reparan en las esculturas en los extremos del puente: proas de barco con cabezas de carnero tallados en piedra. Es un motivo con una larga tradición simbólica desde varias perspectivas:

1 Significado náutico: el espolón o rostrum naval
En la Antigüedad, los barcos de guerra llevaban en la proa un espolón de bronce o madera reforzada llamado rostrum, usado para embestir a las naves enemigas. A menudo, esa proa se decoraba con figuras de animales —especialmente carneros, toros o leones— como símbolos de fuerza, coraje y poder de embestida. El carnero evocaba la energía directa, el ímpetu del ataque, y la idea de “romper el mar” o “abrirse camino”.


2 Significado mitológico y simbólico
El carnero es también un animal de connotaciones sacrificiales y solares. En la tradición clásica, el carnero representa el viaje y la aventura marítima guiada por la divinidad. Incluirlo en una proa, sugiere protección divina sobre la nave.
Y no olvidemos los cuatro pilares piramidales que recuerdan a los mástiles de las velas de los barcos.
¿PORQUÉ SUBIR A ESTE PUENTE?
Porque desde este lugar el mar parece transformarse en plata líquida, y frente a nosotros se despliega la laguna, la isla de San Giorgio Maggiore y la majestuosa Porta Magna del Arsenale.



Porque al caer la tarde, el sol tiñe el horizonte de tonos dorados y rosados, y sentimos que asistimos a un espectáculo irrepetible.
Porque en el silencio del momento podemos casi oír el eco de las antiguas galeras, imaginar su avance hacia el mar y percibir la grandeza naval de la antigua República de Venecia.

Porque la serenidad que se respira aquí, junto con la belleza de las vistas, nos envuelve y deja una huella profunda, de esas que permanecen mucho después de haber partido.




Este puente parece una suerte de barco inmóvil: Venecia entera, al fin y al cabo, es una flota petrificada que sigue navegando sobre la laguna.
PUNTO 80 DE LA CAPA "PASEO POR CASTELLO"
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