LA RUEDA DE LOS INOCENTES EN EL OSPEDALE DELLA PIETÀ
- Venecisima Venecisima
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Actualizado: hace 6 horas

Todo comienza con el fraile Pietro d’Assisi en 1335 gritando por las calles de Venecia: Pietà! Pietà! (¡Piedad! ¡Piedad!) cuando iba de puerta en puerta pidiendo limosna para llevar a cabo un santo trabajo ¿Cómo acaba la historia?
En el siglo XIV, aumentó la inmoralidad en Venecia, y de las relaciones ilegítimas nacieron sus frutos: niños abandonados en las calles.
Pietro d’Assisi que acababa de llegar de las misiones quedó impresionado ante este panorama y comenzó su labor de recoger limosnas para estos niños al grito fervoroso de Pietá! Pieta! Al buen hombre le apodaron: fra Pieruzzo della Pietà.
Con el primer dinero que recogió, en 1346 fundó una cofradía franciscana en la parroquia de San Francesco della Vigna, en la actual Corte della Pietà donde alquiló varias casas para que la cofradía asistiese a los niños abandonados recogidos en las calles.
Mientras el hombre se desgañitaba por las calles, aumentó excesivamente el número de expósitos, para cuya acogida y alimentación los lugares eran reducidos y las fuerzas de los hermanos insuficientes, fra Pietro, pensó en separar a los varones de las mujeres, dejando a los primeros a cargo de la cofradía ya constituida y entregando a las niñas a una congregación que se constituyó en la cercana iglesia de Santa Maria della Celestia bajo la invocación de Santa Maria dell'Umiltà.
Siguió gritando por las calles y con más limosnas abrió un segundo hospicio en la parroquia de San Giovanni in Bragora, junto a la pequeña iglesia dedicada a la Visitación de la Santísima Virgen. Así el hospicio (Ospedale en italiano) y la calle se llamaron de la Pietà.


El Ospedale de la Pietà continuó ampliándose, creándose un complejo de edificios, que puede verse en un plano del siglo XVIII extendiéndose desde el puente della Piétá hasta la Riva degli Schiavoni. Posteriormente también se extendió al otro lado de la calle de la Pietà donde todavía hoy preserva su labor.



La leyenda dice que el fraile al morir murmuró: «¡Piedad, piedad! ¡Haced que la piedad sea oculta, secreta, anónima!». Sus palabras fueron entendidas como la indicación de abrir un nicho cuadrangular, profundo y empotrado en el muro exterior del hospicio. Así nació la scaffetta de la Pietà.
La scaffetta era un hueco bastante pequeño en los muros externos del ospedale, en un lugar poco transitado y visible, diseñado sólo para depositar recién nacidos, pero donde muchas veces se empujaba a la fuerza a niños de más tamaño a través del agujero para que fuesen acogidos. Hoy en día, no queda rastro de su ubicación exacta.
EL OSPEDALE Y LA RUEDA DE LOS EXPOSITOS (RUOTA DEGLI ESPOSTI)

Posteriormente, a comienzos del siglo XIX, la scaffetta fue sustituida por la Ruota degli Esposti (Rueda de los Expósitos), también llamada Ruota degli Innocenti (Rueda de los inocentes). Se trataba de un cilindro de madera, hueco en su interior y giratorio alrededor de un eje vertical. Esta rueda permitía, dado que era de mayores dimensiones que la scaffetta, la introducción también de niños y no solo de bebes recién nacidos. De esta rueda, hoy tampoco queda rastro, pero se supone que quedaba cerca del actual hotel Bisanzio en la calle Drio la Pietà, un lugar escondido entre el denso entramado de calles.

En un lateral del hotel Metropole, existe una puerta verde giratoria, que os contarán que es la antigua Ruota degli Esposti, pero si bien puede resultar evocador pensar que esta puerta giratoria actuó como lugar de abandono de niños, la realidad es que no fue así.

¿Cómo funcionaba la Rueda de los Expósitos?
Era una estructura cilíndrica o «tambor» de madera, dividida en dos compartimentos: uno que daba al exterior, visible desde la calle, y otro hacia el interior del hospicio.
Un extremo tenía una puerta exterior donde la madre podía dejar al bebe de forma anónima, sin ser vista por quienes estaban dentro.
La madre dejaba al bebé abandonado en la cuna de la parte exterior de la rueda y la empujaba para que el niño quedase dentro del hospicio.
Para finalizar, tocaba la campana que había a un lado para avisar a las monjas y se marchaba sin ser vista.
Asimismo, todos los bebés tenían que llevar una nota con la descripción del porqué del abandono, el nombre y el “recuerdo”: un objeto que la madre cortaba en dos, una de las partes se colgaba del cuello del niño y la otra mitad la conservaba la madre esperanzada de encontrarlo algún día y unir ambas piezas como prueba de que era su hijo.

Los signos de reconocimiento más comunes a lo largo del siglo fueron imágenes sagradas cortadas a la mitad, a menudo acompañadas de escritos, o certificados de bautismo elaborados por párrocos o parteras. También se usaban objetos como medias monedas o medallas, cintas, agnus dei y figuras metálicas. Cuando no había signos, la empleada de registro confeccionaba uno con un trozo de las vendas que envolvían al niño. Hasta 1807 también se usó la práctica de marcar a fuego con una “P” a los niños destinados que se colocaban en familias externas.

En la calle de la Pietá, bajo un altorrelieve que muestra a la Virgen con Niño, hay una especie de apertura de buzón y el escrito ′′offerta agli sposti′′ donde podían hacerse donaciones para ayudar al monasterio a mantener a todos los huérfanos albergados.

Además, al otro lado de la calle se visible una placa de mármol que señala:


FULMINA AL SEÑOR IDDIO MALEDICIONES Y EXCOMUNIONES
CONTRA AQUELLOS QUE ENVIAN O PERMITEN
QUE SE ENVÍEN A SUS HIJOS E HIJAS, TANTO
LEGÍTIMOS COMO NATURALES, A ESTE HOSPICIO DE LA
PIEDAD, TENIENDO LA POSIBILIDAD Y LA FACULTAD DE CRIARLOS
ESTANDO OBLIGADOS AL RESARCIMIENDO
GASTO HECHO POR ELLOS, NO PUEDEN SER ABSUELTOS
SI NO SATISFACEN, COMO APARECE CLARAMENTE EN LA
BULA DE NUESTRO SEÑOR EL PAPA PABLO III
DEL 12 DE NOVIEMBRE DEL AÑO 1548.
Además de recibir instrucción religiosa y aprender a leer y escribir, los huérfanos de la Pietà eran preparados para un futuro incierto mediante oficios prácticos: los niños se iniciaban en la carpintería, la construcción naval o la imprenta, mientras que las niñas se dedicaban a la costura y a las labores domésticas.
Al cumplir los dieciséis años, los varones eran enviados al mundo exterior, obligados a buscar su lugar en la sociedad. Para las muchachas, en cambio, la salida era mucho más estrecha: en una época en la que la independencia femenina era casi inalcanzable, muchas permanecían entre los muros del asilo hasta el final de sus días, a menos que un matrimonio les abriera la puerta hacia otra vida.
Sin embargo, las niñas que mostraban un talento musical destacado recibían una formación especial como figlie di coro o “chicas de coro”. Aprendían desde pequeñas a cantar en las celebraciones religiosas y a tocar instrumentos, alcanzando un nivel sorprendente.
Vivaldi consiguió un trabajo como director musical en este hospicio. Trabajó aquí entre 1703 y 1740, y compuso buena parte de su música para el coro y orquesta femeninos de esta institución.

Sus actuaciones atraían a numerosos visitantes y, con ellos, las donaciones que ayudaban a mantener viva la obra de la institución y se hicieron mundialmente famosas.

Las niñas y mujeres del Ospedale interpretaban la música en balcones ocultas a la vista del público.



Vivaldi murió en Viena en 1741 y nunca vio la Iglesia de la Piedad que se construyó al otro lado de la calle de la Pietà entre 1745 y 1760, sólo conoció el hospicio con su pequeña iglesia que puede verse en un grabado.
Y EN LA ACTUALIDAD
En 1935, el Ospedale de la Pietà se convirtió en el "Instituto Provincial Infantil Santa Maria della Pietà" continuando la protección y cuidado a los niños hasta el día de hoy al otro lado de la calle.

En su museo se guardan los objetos que se les dejaban a los expósitos abandonados como señales de identificación: naipes, monedas, crucifijos o simples trozos de papel de formas peculiares y también objetos cortados por la mitad.
Además en el Archivo de la Pietá pueden encontrarse los libros Scafetta, los libros Ruota (de la rueda de madera establecida en 1807), los registros Ruolo Esposti (con las etapas de la vida de los niños)... El material documental es accesible previa solicitud de autorización de la Administración de la Entidad.
El antiguo edificio original del Ospedale es actualmente un complejo de hotel-restaurante: el hotel Metropole. Entrando al vestíbulo del hotel, al fondo a la derecha puedes ver dos columnas que formaban parte del antiguo hospital de la Pietà. También es visible la escalera oval por donde bajaban los niños el hospicio.



Los expósitos tenían poco contacto con el mundo exterior, más allá de paseos dos veces al mes durante los que debían permanecer en silencio. ¿Imaginas como sería encontrarte en la actualidad con estos grupos de niños?
PUNTO 71 DE LA CAPA "PASEO POR CASTELLO"
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