EN EL CLAUSTRO DE LA ABADÍA DE SAN GREGORIO
- Venecisima Venecisima
- 21 oct
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Actualizado: 22 oct

¿Te atreves a cruzar el umbral de una abadía benedictina del siglo IX, donde aún resuenan los pasos de los monjes entre los arcos del claustro? Pasearemos por sus galerías bañadas de calma, y desde su puerta de agua contemplaremos el Gran Canal, extendiéndose como un sueño líquido bajo la luz veneciana.
LOS ORÍGENES DE LA ABADÍA
Antes de que la sede ducal se trasladara de la ciudad de Malamocco a Venecia en el año 809, la orden de San Benito ya se había establecido en una pequeña isla de la laguna veneciana, llamada popularmente Isla de San Servolo, por el nombre del santo titular de la iglesia allí fundada. Angelo Participazio, el primer dux que residió en Rialto, compadeciéndose de las estrecheces en las que vivían los numerosos monjes devotos de San Servolo, debido a la estrechez de las construcciones, donó en el año 819 al abad Giovanni la isla de Sant'Ilario, situada en los confines de la laguna: estaba ubicada en el extremo occidental de la laguna veneciana, cerca de las localidades de Malcontenta y Gambarare di Mira, en una zona que ahora forma parte integral del continente, para que allí, con el numeroso grupo de sus monjes, pudieran servir a Dios con mayor tranquilidad.


No sabemos a cuándo se remonta el origen de la iglesia de San Gregorio, pero según el dux Dandolo sabemos que es muy antigua y que fue construida antes del gobierno del dux Pietro Tribuno, quien en el año 897, queriendo proteger la ciudad de Venecia de los repentinos ataques de los enemigos, mandó levantar un muro desde el Rio de Castello hasta la iglesia de Santa Maria Zobenigo, y colocar una fuerte cadena de hierro que, comenzando en el extremo del mencionado muro, terminaba en el límite de la iglesia de San Gregorio, situada en el lado opuesto del canal. La iglesia fue entregada a los benedictinos de Sant'Ilario.
Pero el destino, caprichoso y severo, quiso que en 1247 Ezzelino, señor de Padua con fama de feroz, arrasara la célebre abadía. Los monjes, expulsados por el fuego y la violencia, hallaron refugio en Venecia, en su iglesia de siempre, abandonando su antiguo hogar.

Con el paso de los siglos, aquella comunidad se extinguió, y la abadía de San Gregorio renació como encomienda: Bartolommeo Paruta fue su primer abad comendatario en 1455. Bajo su cuidado, el templo recobró vida: restauró sus muros, levantó de nuevo la capilla mayor y dejó en ella las huellas perdurables del arte de su tiempo.
Más tarde, tras la supresión de la abadía, el lugar fue erigido en parroquia en 1775, hasta que en 1808 el eco de sus rezos se apagó definitivamente al ser secularizada.
ENTRAMOS AL CLAUSTRO
En el Sottopotego y Calle dell’Abbazia, en el nº 172, se halla la entrada al claustro, último vestigio del enorme monasterio que daba al Gran Canal y que antaño estaba conectado con la abadía. Es visitable el recinto del monasterio y el claustro que se utiliza para exposiciones, eventos (por ejemplo de la Biennale) y proyectos artísticos

Una parte del antiguo monasterio que rodeaba el claustro fue “parcialmente demolida” en el siglo XIX para dejar paso al palacio Genovese donde aún podemos imaginar como era el segundo claustro que una vez existió. Queda el "chiostrino gótico» de 1342 con columnas, arcos y capiteles de diversos colores.





Lo que queda del claustro gótico:
En el claustro se aprecia un pequeño patio interno cuadrado con columnas que rodean el atrio monástico. Los capiteles de las columnas son heterogéneos en estilo y materiales utilizados y también en la diversidad de colores.








Todavía existe un pequeño friso bizantino, del siglo IX, que amuralla el interior del claustro


Hay una pequeña parte del edificio original, frente al Gran Canal, con una bonita fachada gótica del siglo XIV coronada por un relieve de San Gregorio y dos ricas ventanas góticas a cada lado, son los restos de la antigua abadía.

Desde las ventanas laterales puede verse la basilica della Salute

Este claustro resultaba ser un lugar tranquilo, de recogimiento, típico de los monasterios benedictinos, que se presta a contemplación.
EL PORTAL D'ACQUA Y SAN GREGORIO MAGNO IN CATTEDRA
Desde el claustro se pude acceder al portal d'acqua, el acceso a la abadía desde el Gran Canal. Si nos fijamos en su fachada, mirando hacia arriba descubriremos un enorme altorrelieve en marmol de Istria. Se trata de la representación de San Gregorio Magno in Cattedra.



La edícula está formada por dos semicolumnas torcidas y capiteles trabajados que sostienen dos simples aleros ; en la parte superior de los aleros hay un capitel con un brazo de lámpara de metal para la iluminación. En el interior de la hornacina, San Gregorio (visto de frente) en cátedra, con la mano izquierda en actitud de bendición y la derecha sosteniendo un libro abierto sobre las rodillas. A los lados de los pies del santo hay esculpidos dos escudos; el de la izquierda lleva el emblema de la abadía y el de la derecha está borrado pero contenía un león.
¿PORQUÉ VISITAR EL CLAUSTRO?
Porque encapsula varias capas de historia: monástica medieval (siglos IX–XIII) y gótica veneciana (siglo XV).



Porque permite contemplar el contraste entre el rigor monástico y la belleza abierta de la ciudad flotante del Gran Canal.




Porque el claustro parece respirar el silencio 🤫 y la paz de siglos remotos, como si cada piedra guardara el eco sereno de una oración perdida en el tiempo ⏳.
PUNTO 36 DE LA CAPA "PASEO POR DORSODURO"
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