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EL PALACIO QUE SE CONGELA EN NAVIDAD

Actualizado: hace 2 horas

Simulación del palacio Diedo congelado
Simulación del palacio Diedo congelado
La magia de la Navidad ha alcanzado el Palacio Diedo, asomado al río Santa Fosca. Una parte del edificio parece haberse detenido en el invierno: el elegante salón de baile del primer piso, coronado por frescos, se ha transformado en una pista de hielo. Un prodigio efímero que podrá visitarse hasta el 22 de febrero.

CUANDO EL PALACIO SOÑÓ CON HIELO


La silenciosa e imponente fachada del palacio Diedo en Rio Santa Fosca
La silenciosa e imponente fachada del palacio Diedo en Rio Santa Fosca
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Puerta d'acqua del palacio
Puerta d'acqua del palacio

En la planta noble del palacio, allí donde el tiempo aprendió a caminar de puntillas, el hielo aparece una noche sin ser anunciado, es Nochebuena. No lo traen hombres ni máquinas: parece haber sido soñado por el edificio. Al amanecer, el salón principal —ese vientre alto de mármol y oro— respira un invierno imposible.


El hielo no es blanco, sino levemente azulado, como si hubiera nacido del reflejo de la laguna en luna llena. Bajo su piel translúcida duermen siglos: cartas de amor no enviadas, promesas hechas en voz baja, nombres olvidados. Los frescos del techo inclinan el rostro para mirarlo; por primera vez, los dioses pintados sienten frío… y curiosidad.

El palacio Diedo con una de sus últimas exposiciones
El palacio Diedo con una de sus últimas exposiciones

Cuando alguien pisa la pista, ocurre el prodigio: el palacio recuerda. Cada desliz convoca una sombra. Una joven del siglo XVII cruza el salón con un vestido de seda que no roza el suelo. Un diplomático cansado abandona una negociación interminable para girar, libre, como nunca pudo en vida. No son fantasmas que asustan; son memorias agradecidas de poder moverse de nuevo.


La música no suena desde ningún instrumento visible. Nace del propio hielo, un canto tenue que mezcla crujidos, agua lejana y campanas sumergidas. Venecia canta así cuando no quiere ser vista.

La pista de hielo del palacio Diedo en el salón de bailes de la primera planta
La pista de hielo del palacio Diedo en el salón de baile de la primera planta

En el centro de la pista, una niña patina sola. No sabe por qué llora, solo siente que algo antiguo la reconoce. El hielo se vuelve más liso bajo sus pies, como si la sostuviera. El palacio la elige, igual que eligió a otros antes, para confiarle un secreto: la belleza no es permanencia, sino aparición.


Las lámparas de Murano parpadean, reflejadas mil veces, y por un instante el salón parece un cielo invertido. Arriba, ángeles pintados; abajo, cuerpos que flotan. Nadie cae. Nadie pesa.

Frescos en los techos del palacio
Frescos en los techos del palacio
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Cuando la madrugada se acerca, el hielo empieza a evaporarse sin agua, como un recuerdo que decide irse. Nadie lo desmonta. Simplemente se va. El mármol queda tibio, ligeramente húmedo, como una piel después de un sueño intenso.

Desde entonces, quien entra en la planta noble jura sentir algo inexplicable: una ligereza en el pecho, un deseo de girar, de confiar. Y en las noches de invierno, si la niebla entra desde los canales, el palacio vuelve a enfriarse… esperando, paciente, que alguien recuerde cómo deslizarse entre los siglos sin romperlos.



El palacio Diedo del siglo XVIII es un imponente edificio que quiso resaltar entre todos a su alrededor, su altura quería resaltar la importancia de la familia Diedo que lo construyó.


Tras la caída de la República de Venecia, la familia Diedo enfrentó dificultades económicas y vendió el palacio, que pasó por manos de familias judías y luego al estado austríaco.

En 2021, el coleccionista Nicolas Berggruen compró el edificio con la visión de revitalizarlo como un centro cultural, buscando unir el arte contemporáneo con la rica historia veneciana. El palacio abrió al público en abril de 2024 y desde entonces ha albergado diversos eventos y exposiciones.


EINSFIELD II DISFRUTA/SOBREVIVE


Berggruen Arts & Culture invita a adentrarse en Eisfeld II, una instalación hipnótica del artista Olaf Nicolai.


En el salón noble del primer piso de un palacio del siglo XVIII, bajo frescos que han contemplado siglos de gestos y silencios, aparece una pista de hielo de cien metros cuadrados. No es un hielo común: nace de una tecnología sostenible que imita su tacto y su fragilidad, y se acompaña de una composición sonora que envuelve el espacio, transformándolo en un paisaje sensorial donde el cuerpo y la arquitectura dialogan.

Techos del interior del palacio
Techos del interior del palacio
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Frescos que se asoman a la pista de hielo
Frescos que se asoman a la pista de hielo
Magia en la figura de una sirena de los frescos
Magia en la figura de una sirena de los frescos

En los extremos de la pista, las cajas de luz ENJOY / SURVIVE I y II laten como dos polos en tensión. Sus palabras, simples y urgentes, invitan a reflexionar sobre el delicado equilibrio entre el goce y la supervivencia, convirtiendo el acto de patinar en una meditación silenciosa, suspendida entre el placer y la conciencia.

Vistas del tejado de la iglesia de Santa Fosca desde la pista de patinaje
Vistas del tejado de la iglesia de Santa Fosca desde la pista de patinaje
Del 13 de diciembre al 22 de febrero, las puertas de un palacio se transforman en un escenario congelado. Una pista de hielo que despierta los sentidos, donde patinar es entrar en un cuento mágico entre historia, luz y fantasía. ¿Te atreves a vivirla conmigo? ✨⛸️

🎄¡Feliz Navidad!🎄


EN EL MAPA ES EL PUNTO 61 DE LA CAPA "PASEO POR CANNAREGIO"


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