Muy cerca de la Calle dei Fabbri (de los herreros) hay una calle y un patio, llamado de le Ancore (de las anclas). Las anclas eran preciadas en Venecia...y no sólo para los barcos
Hacia el año 1100 el ancla se había convertido en un símbolo de estatus. Los ricos encargaban anclas como regalo para los recién casados porque decían que traían buena fortuna a la familia, y cuanto más grandes eran, más prosperidad. Por ese motivo en el patio de muchos palacios se encontraban gigantescas anclas.
Por supuesto, también se fabricaban las anclas para los barcos que se producían en el Arsenale, donde se forjó el inmenso poderío naval de la República de Venecia que le llevó a conquistar una extensión realmente grande por todo el Mediterráneo oriental, incluyendo islas griegas, Chipre y distintos puertos en Palestina y África.
Las piezas necesarias para construir los barcos estaban estandarizadas, y con el proceso de ensamblaje que utilizaban, se producía en el siglo XVI, con 16.000 empleados (los llamados, arsenalotti), ¡un barco en un día!, y ¡no hablamos de barcos pequeñitos sino de galeras!. Además, se mantenían 100 galeras en construcción a la vez.
Respecto al hierro que se utilizaba para las anclas ya hubo una ley del 28 de junio de 1332 que decía: "Que ningún obrero, ni criado de ningún patrón que fabrique anclas, clavos, púas y demás herrajes para navíos, se atreva ni pretenda trabajar en dichos talleres, con método o habilidad alguna, que no sea el hierro de Cadubrio, o de Macho"
Y aquí estamos hoy en la encantadora Corte de le Ancore donde hubo un herrero, que tenía aquí su taller y se dedicaba principalmente a la construcción de anclas para los venecianos.
UN OFICIO RENTABLE: EL ARRENDADOR DE ANCLAS
Sólo en Venecia pudo darse tan curiosa ocupación, hoy parece absurdo, pero se tienen noticias de estos arrendadores de anclas desde el año 1098 y era muy rentable: en 1098 Pietro Lubiano de Cannaregio alquiló un ancla a un tal Giovanni Maryansenigo, que era párroco de San Bartolomeo en el barrio de Rialto. Para concederle el préstamo, el cura llevó a Pietro Lubiano a un notario para que hiciera una escritura formal, de la que aún existen registros.
Este alquiler se realizaba mayormente por sacerdotes, y se garantizaban con seguros como los que se usaban para los barcos y sus cargamentos.
¡Así de valiosas fueron las anclas para la Serenissima!
La estructura urbana que rodeaba el Arsenale servía al gran complejo con sus habitaciones para los oficiales (los arsenalotti), sus edificios de servicio (graneros, hornos, depósitos de pan), y sus actividades derivadas y relacionadas, de las cuales todavía hoy queda rastro en sugestivos topónimos como: calle del piombo (del plomo), de le vele (de las velas), de le ancore (la que nos ocupa en este artículo), del forno, della pegola (de la pez), fondamenta e campo della Tana, del antiguo nombre del rio Don (Tanai), de donde los venecianos importaban el cáñamo para el cordaje.
Venecia es un continuo descubrimiento de lugares que nos cuentan historias del pasado y conservan el ambiente que tenían entonces, como en este caso sobre las anclas y la industria naval veneciana que se desarrollaba en el Arsenale ⚓
PUNTO 67 DE LA CAPA "PASEO BARRIO SAN MARCOS"
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