PARANGON: LOS HILOS 🧵DE SEDA QUE TEJIERON VENECIA
- Venecisima Venecisima
- 5 jul
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Actualizado: 6 jul

Parangon, es un callejón eclipsado por el cercano Campo San Giacomo di Rialto y su iglesia. Pocos se aventuran por este lugar, que nos recordará al Callejón Diagon de Harry Potter, en el que no nos venderán pociones ni varitas de mago, pero sí que nos conectará con los hilos de seda de la historia de Venecia. Comenzamos...


Esta estrecha calle llamada Parangon cortada por 5 ramales (Ramo en veneciano), paralela a la famosa Ruga degli Orési y a su sotoportego con frescos en los techos, tiene una historia antigua y poco conocida. Parangon termina en el ábside de la iglesia de San Giovanni Elemosinario

Los tejidos venecianos de seda fueron durante siglos el punto fuerte de Venecia en el comercio y aquí en Parangon tenían su epicentro

LA SEDA, UN BIEN DE LUJO QUE HIZO GRANDE A VENECIA
✨ Capítulo I – Un regalo imperial y un secreto susurrado
Imagina el esplendor de la Venecia trémula tras la Cuarta Cruzada en 1204. Calles palpitantes, góndolas que mecen su reflejo en el agua… Y un obsequio inesperado: un manto de seda adornado con hilos de oro, regalado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique IV a una dama veneciana: Polissena Michiel, de la que se había enamorado. Ese atuendo procedía de manos expertas, las de una maestra costurera bizantina llamada Antiope. Ese gesto sembró la semilla: la magia de la seda se había infiltrado en la laguna.


🏛️ Capítulo II – La creación de un reino "sedoso"
Avancemos al año 1265: en los archivos oficiales de la Serenísima resuena un decreto solemne: nace el Arte dei Samiteri, los artesanos del “sciamito”, un terciopelo pesado tejido con capas de seda y a veces dorado. Su taller se congrega bajo el cobijo de la iglesia de los Gesuiti, donde el oficio se mezcla con devoción bajo la protección de San Cristoforo. Tras años de brocados, damascos y rasos, ese gremio forja un linaje de excelencia.

💡Capítulo III – Luz desde Lucca
En el turbulento siglo XIV, llegan 300 maestros que huían de Lucca por las revueltas entre güelfos y gibelinos: hiladores, tintoreros… se integran en los canales y callejones de Venecia. El velluto, el terciopelo, es una novedad, y para 1347, esos hombres y mujeres forman su propia hermandad: el gremio de los Veluderi, agrupados bajo la Corte della Seta. Pronto su habilidad rivaliza con los samiteri, impulsando técnicas nuevas con cada hilado.
🔒 Capítulo IV – Regulación y unión
El edicto del gobierno en 1366 marca un hito: las antorchas artesanas quedan bajo yardas oficiales. En ese escenario de tensión y competencia, las voces de los gremios se entrelazan hasta que, en 1488, nace la poderosa Arte dei Tessitori di Seta. Con sede en el Campo dei Gesuiti y luego en la Scuola della Misericordia, esa corporación encarna la magna organización de la industria sedera veneciana. Ya no es un arte aislado: es una maquinaria reglada, un sistema en el que cada taller, cada tintado, cada hilo de seda es inspeccionado bajo lupa por el gobierno.
👩🎨 Capítulo V – Hilos que mueven imperios
En las villas y en los barrios, el telar se convierte en motor de riqueza: hilanderas y tejedoras devienen esenciales obreras del lujo. La seda veneciana recorre rutas: desde Persia a Aleppo, de allí hacia Francia o a las prósperas ciudades alemanas como Colonia o Frankfurt. Exenta de aranceles, esa mercancía se convierte en símbolo de estatus y opulencia. Cada brocado, cada damasco, firma el prestigio de la ciudad.
📜 Epílogo – Ecos de una gloria renacida
Hoy, aquel espíritu sigue vivo en la Tessitura Luigi Bevilacqua y en los tejidos de Mariano Fortuny. Veinte siglos después del regalo del emperador, Venecia mantiene vivo el pulso sedero manteniendo antiguos telares en silencio, a la luz de su historia.
¿QUÉ ES PARANGON?
Llegando desde el puente de Rialto, a mano derecha nos deslumbrará el Campo San Giacometto (San Giacomo de Rialto) con su antigua iglesia. En la izquierda una puestos y detrás de estas tiendas, recorre todo el lateral una calle porticada con frescos en sus techos: el sototoportego degli Oresi. El nombre "Oresi" deriva de la presencia de numerosos orfebres (Oresi, en italiano) que ya se nombran en documentos del año 1015.


Este ARTE DE LOS ORESI, reunía a orfebres, joyeros y talladores de diamantes. Además de joyería, los Oresi estaban especializados en la producción de ajuar sacro para iglesias, cerámica, cubertería, etc., así como puñales y escudos.

Pero además, paralelo a este sotoportego, discurre otra estrecha calle, sumida en la penumbra, el Parangon di Rialto, un lugar donde se controlaba la calidad de los productos de seda venecianos, que no tenían parangón (se traduce como que no tiene comparación o semejanza) con ninguna otra.












El lugar surgió con el fin de asegurar que no se engañaba a los compradores y que los productos de seda mantenían una calidad superior. Querían perpetuarse como el mejor productor de lujo de la época ¿Cómo se conseguía?
Hay que saber que si bien inicialmente la República de Venecia importaba la seda de Oriente y aquí inicialmente se trataba creando tejidos preciosos, más adelante, tuvo sus propios lugares de producción con moreras y gusanos en zonas de Tierra Firme.
El Parangon (en veneciano, “paragón”) era un mercado temporal y especializado en telas de lujo (seda y lana), y no un taller fijo como se creía. Permitía a los clientes comparar diferentes tejidos en un solo lugar.



El lugar se menciona por primera vez en 1457, aunque seguramente funcionó ya desde el siglo XIV, incluso había parangoni privados para eventos como bodas o visitas diplomáticas.
✅ Garantía de calidad
Una comisión experta de tres setaioli (tejedores de seda) y dos tintori (los que teñían las telas) examinaba cada pieza, otorgando un sello dorado si cumplía con los estándares. Desde 1475, un grupo adicional de seis "Soprastanti" (revisores) garantizaba supervisaba las exhibiciones.
Los productores exhibían sus telas numeradas, se registraban públicamente y los compradores acudían con un Soprastante y expertos de confianza. Seguramente imaginas, a mercaderes gritando para atraer a los compradores, pero en parangon, se exigía silencio absoluto durante las exhibiciones para impedir trucos o maniobras deshonestas, además de la vigilancia estrecha del Soprastante durante la venta y el corte de la tela.
No es casualidad que la marquesa de Mantua Isabella d'Este, una de las más exigentes compradoras de artículos de lujo del Renacimiento, deseando un satén de seda carmesí veneciano, recomendara a uno de sus agentes que le enviara "el más bonito si encuentras allí en Venecia, y que sea de parangon".
El Parangon de Rialto fue un instrumento estratégico de mercado creado por la República veneciana para:
Centralizar la oferta de tejidos de lujo en un espacio regulado.
Garantizar estándares elevados de calidad.
Defender tanto a productores como a compradores frente a fraudes.
Potenciar la imagen y prestigio internacional de la industria de la seda veneciana.


Hoy, la zona del Parangon evoca aquel entramado comercial estructurado sobre la excelencia y el lujo. Si visitas el Rialto, imagina cómo estas telas refinadas cambiaban de manos en los pasillos vigilados por los expertos de la Serenísima. ¿Quién quiere sentir la historia de la seda en Parangon?
PUNTO 38 DE LA CAPA "PASEO POR SAN POLO"
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